En las últimas semanas, dos importantes exportadoras de fruta en Chile han presentado solicitudes de reorganización financiera ante la justicia con el objetivo de evitar la quiebra.
Santa Cruz: Pasivos por $55.334 millones
La primera, Santa Cruz, enfrenta una situación crítica con pasivos superiores a los $55.334 millones. Principales acreedores: Soctiabank Chile, Penta Financiero y BCI.
Chisa: Obligaciones por US$202 millones
La segunda, Chilean South Apple (Chisa), propiedad de capitales chilenos y estadounidenses, tiene obligaciones por US$202 millones con BCI, Banco Santander y Banco Bice.
Orígenes de la Crisis de Chisa
Según el abogado de Chisa, Nelson Contador, la situación de la empresa se originó en inversiones en campos y plantaciones de nuevas variedades de fruta que no generaron los retornos esperados en los primeros años. Señaló que la baja rentabilidad inicial se debió a inversiones anteriores y a los impactos de la pandemia, que, aunque superados, dejaron consecuencias.
¿Tormenta perfecta en la Industria Frutícola?
Aunque cada empresa tiene particularidades, la industria frutícola enfrentó desafíos inusuales durante los últimos años, conformando lo que algunos llaman una «tormenta perfecta» para el sector.
Temporada 2021-2022: La más difícil en 50 años
Antonio Walker, presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura, describe la temporada 2021-2022 como la más difícil en términos de rentabilidad en los últimos 50 años. Factores: Aumento en costos de producción, fletes marítimos elevados, malos precios debido a la baja asistencia a los mercados por la incertidumbre generada por la pandemia, conflictos geopolíticos y crisis climática.
Desafíos estructurales y sequía
Jorge Valenzuela, presidente de la Federación de Productores de Frutas de Chile, destaca desafíos estructurales, como atrasos logísticos, pérdida de condición en la fruta, alza de costos en insumos y faenas agrícolas. Añade que la sequía ha llevado a un desfinanciamiento importante en el campo.
Perspectivas de recuperación
Walker y Valenzuela coinciden en que la temporada 2022-2023 fue mejor, anticipando un 2023-2024 aún más auspicioso. La normalización post-Covid y la resiliencia del sector frutícola son señales de recuperación.
La incógnita persiste sobre si las solicitudes para evitar la quiebra serán más frecuentes o si las compañías fortalecerán sus estructuras. La resiliencia de la fruticultura y el contexto económico global jugarán un papel crucial en el futuro de la industria.