En medio de la polémica generada por el gobierno de Boric, surge la pregunta de si el Tren de Aragua, considerado como la banda de crimen organizado más peligrosa del momento, debió haber tomado precedencia ante otras amenazas. Si Hezbollah no está presente en Chile, ¿por qué inflar su importancia? ¿Por qué minimizar el problema del Tren de Aragua? Estas acciones parecen tener una clara motivación ideológica.
La diferencia en el trato de los incidentes
La reacción del gobierno ante el cuestionamiento de la existencia del Tren de Aragua por parte de Venezuela y la acusación de la ministra de Seguridad de Argentina sobre la presencia de Hezbollah en el país, se mostró desproporcionada.
El gobierno trató el incidente en Venezuela como un asunto menor, sin importancia, mientras que envió una nota de protesta oficial al gobierno argentino exigiendo más responsabilidad en los dichos de la ministra.
La influencia de la ideología
La diferencia en el trato dado a cada incidente deja en evidencia cómo la ideología ha llevado al gobierno de Boric a tomar decisiones desafortunadas con el fin de defender su posición política transitoria.
Al ponderar ambas situaciones y sus implicancias finales, el gobierno debió haber enviado la nota de protesta a Venezuela, otorgando prioridad al problema del Tren de Aragua, considerado la banda de crimen organizado más peligrosa del momento.
No tiene sentido inflar la importancia de Hezbollah si no está presente en Chile, ni minimizar el problema del Tren de Aragua si se reconoce como la principal amenaza. La reacción desproporcionada solo puede entenderse por razones ideológicas.
La banalización de la diplomacia
Otro aspecto resaltante es cómo se banaliza constantemente la diplomacia. Si bien es importante mantener canales de comunicación con todos los Estados, estos deben reportar intereses políticos locales y conseguir resultados tangibles.
En el caso de Chile, se abrió un canal de comunicación y colaboración con Venezuela, pero no se han obtenido resultados concretos. Agentes extranjeros ingresan y salen del país sin restricciones, y según un Fiscal, se dictaron órdenes de secuestro y ejecución desde el extranjero.
La tradición diplomática chilena moderna, diseñada por la Concertación, se basa en pensar en grande y a largo plazo, sin sentido ideológico. Actualmente, parece celebrarse el hecho de condenar dictaduras, sin embargo, estas condenas son vacías si luego se colabora con las mismas.
Resultados nefastos
Actuar en base a determinantes ideológicos produce resultados nefastos, al igual que producir señales políticas vacías. La falta de una meta de largo plazo y la debilidad en la respuesta a la amenaza venezolana no benefician a Chile a corto, mediano o largo plazo.
Desaprovechar la oportunidad de enviar una señal ejemplar y contundente a una dictadura, en lugar de un simple reproche verbal, envejecerá mal en la línea de política exterior que se ha trazado para enfrentar las consecuencias del éxodo venezolano.