Nadador paralímpico sufre violento portonazo en Maipú junto a su hija

Por Sergio Mendoza Léelo en 3 Minutos

La noche del jueves, tan solo unas horas después de haber retornado a Chile desde París, el nadador paralímpico Alberto Abarza sufrió un violento portonazo en la comuna de Maipú, Región Metropolitana, mientras se encontraba en compañía de su hija de 13 años.

Detalles del asalto

En conversación con el periodista Andrés Pruzzo de Meganoticias, el triple medallista de los recientes Juegos Paralímpicos entregó detalles del violento asalto en el que perdió su vehículo, su silla de ruedas y otras pertenencias.

«Gracias a Dios que no se les escapó un tiro»

El deportista explicó que el asalto ocurrió a eso de las 23:00 horas, cuando había ido a buscar a su hija. «Se subió al auto, estuvimos conversando media hora (…) Y entre eso al conversar, hecho a andar el auto y se cruza este auto blanco, se bajan cuatro tipos, uno queda adentro, con armas de fuego», contó.

«Encañonado, me empezaron a pegar, bajaron a mi hija que estaba en el copiloto, a mí al suelo, me patearon, me pegaron en las costillas. Les dije que era persona con discapacidad, que tenía mi silla de ruedas atrás y nada, no les importó. Me tiraron al suelo y se fueron», agregó.

«Yo creo que con la adrenalina que vienen, creo que doy gracias a Dios que no se les escapó un tiro»

El nadador dijo sentir una «impotencia tremenda» ante la violencia que tienen los delincuentes, sin importar siquiera la presencia de niños durante los asaltos.

«Gracias a Dios puedo mirar a mi hija y está bien. Imagínate, se les escapa un tiro, otra cosa estaríamos hablando y quizá a lo mejor el auto estaría o estaría la silla de ruedas que me robaron, pero no estaría mi hija», señaló.

Pese a agradecer que no haya ocurrido una tragedia, Alberto Abarza lamenta la pérdida de su silla de ruedas: «La silla de ruedas son mis piernas, con lo que me movilizo a todas partes, con lo que hago deporte. Entonces es una silla de ruedas muy especial, de carbono y mandar a hacerla se demora tres meses (…) me deja, no postrado, pero mayormente inmovilizado de poder hacer mis actividades diariamente».

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